Durante siglos, el inconsciente colectivo cargó a María Magdalena con un estigma: la pecadora, la que debía arrepentirse. Pero la historia que no nos contaron es que ella fue la única que se quedó cuando todos huyeron, la que se animó a mirar de frente el dolor, el cuerpo, la muerte, la ausencia. La que sostuvo el final… y fue testigo del comienzo.
El duelo es eso......